Mi hermano visitó a sus amigos que ¡al fin! llegaron a Europa, se reencontraron en la magnífica Plaza del Obradoiro, ante la imponente Catedral de Santiago de Compostela. Como de costumbre, viajé cámara en mano y no podía perder el hábito de buscar el punto de vista inusual.
Dicen que quien saluda al Apóstol, vuelve. Pues deseo que sea con pies firmes, pronto, y de la manera más feliz posible.
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